Un estudio reciente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) afirma que el impacto del COVID-19 en los servicios para trastornos mentales y consumos problemáticos de sustancia evidencia que por lo menos 4,4 millones de hombres y 1,2 millones de mujeres de América Latina y el Caribe sufren trastornos causados por el uso de drogas, como dependencia y otros padecimientos en algún momento de su vida.
Según las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2020 de la Organización Mundial de la Salud estima que para el 2021 habrá 1 suicidio cada 20 segundos y 1 intento por segundo. Esta estadística en el correr del tiempo iría en aumento en caso de no desarrollar programas preventivos serios.
En la Argentina el suicidio es la segunda causa de muerte por lesiones externas entre los 15 y 29 años según datos del Ministerio de Salud. Generalmente, esto está ligado al uso de alcohol y de drogas ilícitas, un grave problema en muchos países.
De acuerdo con encuestas realizadas por UNICEF en algunos países de la región, en más de la mitad de los hogares entrevistados, la conflictividad intrafamiliar ha aumentado durante las cuarentenas.
Una de las mayores amenazas al pleno desarrollo de niños y niñas es la exposición a diferentes formas de violencia, tales como observar violencia entre sus cuidadores, en especial violencia de género hacia sus progenitoras o cuidadoras principales, o estar expuestos directamente a violencia sexual, física o psicológica, incluyendo el castigo corporal.
Tras estas estadísticas que evidencia la realidad que atraviesa nuestra sociedad, es que vemos fundamental y urgente la tarea de capacitar agentes comunitarios.